domingo, 9 de junio de 2013

Karuna

Primero fue una energía aplastante
del anestesiar y aplicar a fondo
la cirujía etérica de la transmutación.
El aire consumido por el fuego.
Y después esa otra sensación de empuje
(¿arrasadora?).
El dedo medio asumiendo la unidad
en mudra receptivo,
hasta anular la percepción de los demás.
Allí descansaban, sin embargo, entrelazados.
En aparente ausencia.

El domingo transcurriría inusual,
atravesando los diversos estadíos
del ánimo en vías de purificación.
Eso de limpiar
hasta los cuartos ocultos del templo.
Ocultos y olvidados.
Entonces la segunda sintonización
tuvo algo de lluvia suave en la cara
frescura de primeros retoños.
La sonrisa me hubiera seguido,
las mariposas...

Bifurcación decisiva,
elegí continuar el sendero del sistema avanzado
y asimilar a su tiempo y estirar los límites...
Veintitantos símbolos se transmitieron
en un fluir inteligente que trazaba pequeños círculos
viendo dónde se instalarían.
Lo infinito presionaba a lo finito,
las manos buscando su mantra tres veces.

Recibí y dediqué una bendición.
Sabrá el universo por qué fue tu nombre
el que acudió en ese momento.