jueves, 4 de julio de 2013

Como pétalos al viento

Tenía esa maldita costumbre de ahogar luciérnagas... Un desprecio inadmisible hacia aquellos insectos que pasaran por símbolos remotos de hermosura y deseos dulces, con excepción quizás de las abejas a quienes rescataba por su actitud guerrera. La miel era una feliz casualidad, solo eso.
A las mariposas, pensaba, les arrancaría las alas de a una hasta que dejaran de revolotear en el estómago.