Alcanzar el centro
es suspenderse en el ojo de la tormenta…
Quietud y movimiento.
Discernir sobre los ciclos sin conmover el uno,
el punto donde confluye la diversidad aparente.
Ser fémina águila felina,
planeando las corrientes cálidas-frías que a veces llevan arriba-abajo
meneando las siluetas profundas de luz y sombra,
los umbrales y abismos de una memoria más allá del tiempo,
de una consciencia más allá de cualquier existencia.
Permanecer en el centro
es el verdadero desafío espiritual.