domingo, 15 de diciembre de 2013

Ya no quiero leer entre líneas.
Que me hables hipotéticamente
abre un margen de error
que ya no estoy dispuesta a aceptar.
"Ya", aunque el "ya" elidido
 no te corresponda y estés
irracionalmente unido al otro.
La duda tiene eso de imperecedero.
Una vez sembrada, renace como yuyo.
Nunca más seré en la sombra.
Es prácticamente una decepción,
si no fuera por la lectura entre líneas
y el maldito margen de error.
Los límites no se ajustan al ocultamiento.
Nadie tiene poder sobre mi vida
conociendo o no sus pormenores.
No hay que ser una eminencia
para vislumbrar lo que beneficiaría
ese ser en la sombra.
La intriga hecha raíces con una rapidez
alarmante y se extiende gramínea.
Imposible construir sobre la desconfianza.
Entonces el margen de error
el leer entre líneas
interpretar sobre un esquema erróneo
o al menos confuso.
Ninguna certeza de que exista nada
de lo que creo leer entre líneas.
Ni siquiera tu interés en mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario