lunes, 28 de octubre de 2013

Sueño. Brujas y todos los santos.

Digno de mí en mis mejores momentos. Avanzo por un pasillo para enfrentar un espejo, "la imagen en el espejo": demasiado arquetípica e importada (zapatos en punta, escoba, sombrero con hebilla... vestido negro). Me miro, pero mi rostro transmite más tristeza que horror y entonces me digo que no es cierto que sangre ácido como todos piensan... Más bien, podredumbre. Carne podrida, eso es.
Y entonces el mundo onírico convulsiona en otra imagen, ahora más santa o fantasmal o vampírica... Vestido blanco y cabellos ondeados, etéricos, sigue el avance por el pasillo en un sentimiento contradictorio porque volar no puede ser solamente esa carencia de peso que tiene al techo como límite y el móvil de una brisa casual.

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